El bebé apenas nace ya participa de una cierta sexualidad. Está libidinizado, sobre todo por la madre, que lo envuelve de afecto, caricias y todo tipo de mimos. Y a su vez cuenta con un inicial Ello, que es un reservorio pulsional .
Según Freud, la sexualidad (en un sentido amplio de placer) se desarrolla desde la primera infancia, a lo largo de cinco etapas o fases diferenciadas según la zona predominante, cada una de las cuales (boca, ano, genitales) queda erogenizada.
Cada fase se corresponde con una determinada conducta o disposición psicológica predominante, que suponen la adquisición de nuevos retos (aspecto positivo) o conflicto (aspecto negativo).
Cada fase puede generar una fijación en el futuro, una tendencia a repetirla de forma más o menos disfrazada.
Las fases son:
FASE ORAL (0-1/2 años). El bebé mama. La boca, zona erógena. Simbólicamente se relaciona con la alimentación: el adulto con un trauma oral tiende a alimentar (cuidar, ocuparse de los demás) o ser alimentado (ser mantenido, cuidado por los demás) Síntomas de fijación: morderse las uñas, chuparse el dedo, fumar, alcoholismo, mascar chicle…
FASE ANAL (1/2-3 años) Control de los esfínteres. El bebé aprende a retener o a desprenderse de su pipí o caca. El ano, zona erógena. Simbólicamente se relaciona con dar, regalar, amar. Un conflicto con esta etapa da lugar a conductas exageradamente generosas o tacañas, así como a problemas con las rutinas, el orden y la limpieza.
FASE FÁLICA (3-6 años) Descubrimiento de las diferencias genitales. Etapa crítica porque se vive el complejo de Edipo, que supone acabar con la vivencia de omnipotencia, renunciar a la fantasía incestuosa y establecer una identificación sexual.
El niño asume que él no es el falo de la madre y que lo tiene el padre, con quien ahora se identifica por miedo a la castración, tras abandonar la rivalidad que lo enfrentaba.
La niña culpa a la madre de estar castrada y se orienta hacia el padre para que le dé un hijo como sustituto fantasioso del falo que no tiene, con lo que identifica por solidaridad a la madre, como mujer que también es.
En ambos casos, atravesar el complejo de Edipo supone una experiencia de castración, un trauma fundacional que dará lugar a alguna de las tres estructuras clínicas fundamentales.
La deficiente elaboración de esta fase puede derivar en conductas exhibicionistas, vanidad, donjuanismo, ninfomanía… que expresan la dificultad por encajar las limitaciones del intercambio sociosexual.
FASE DE LATENCIA (6 años-pubertad) La sexualidad se retrae para dejar paso a la exploración del mundo exterior y a la socialización.
FASE GENITAL (pubertad- ) El despertar hormonal se orienta hacia la plenitud adulta de la relación heterosexual que culmina en el coito, según un modelo (casi programa) exitoso que refuerza el patrón de la familia tradicional.
Resumido, en forma de esquema: