Lacan, el padre de la novia

Lucien Sebag

559 palabras, 3 minutos de tiempo de lectura.

El episodio planea sobre la historia del psicoanálisis como un murmullo. Althusser lo cita en sus memorias y Roudinesco no da muchos más detalles.
Al fin, leyenda urbana o capítulo silenciado (¿censurado?) por el bien de todos.

El protagonista de la historia es un tal Lucien Sebag (1934-1965). Hoy, casi un desconocido pero en su tiempo un joven intelectual brillante. Discípulo de Lévi-Strauss (estudió los mitos de pueblos indios: entre enero de 1963 y enero de 1964 vivió con los guayaki del Paraguay y los ayoreo de Bolivia) y en análisis por Lacan. Filósofo y antropólogo. Autor de un libro, Marxismo y estructuralismo, que buscaba conciliar dos de las principales corrientes intelectuales de la época.

Lucien se había enamorado de la hija de Lacan, Judith. Como sucediera antes con Freud, se activó el rol paterno y Lacan prohibió la relación, quizás considerando al chico un peligro por su inestabilidad mental. Suspendió el análisis, sin derivarlo a otro psicoanalista o profesional clínico. Resultado: Lucien se suicidó a los 31 años y Lacan salió corriendo de madrugada a compartir su zozobra y buscar apoyo. ¿Tapar el escándalo?

Lacan tenía enemigos y su generosidad a la hora de aceptar pacientes se consideraba una temeridad. ¿No había dicho Freud que el psicoanálisis no casaba bien con la psicosis?

Uno de los que recibió la demanda de Lacan fue Althusser, que ya antes lo había acogido al facilitarle el espacio que le permitió impartir sus Seminarios cuando fue expulsado («excomulgado») de la IPA. Y así lo cuenta Althusser:

Una mañana bastante temprano, me llaman a la puerta de la Ecole. Era Lacan irreconocible en un estado atroz. Apenas me atrevo a contar lo que pasó. Venía para “anunciarme antes que me enterara por rumores que le implicaban personalmente a él, Lacan”, el suicidio de Lucien Sebag a quien él analizaba, pero cuyo análisis había tenido que abandonar porque él, Lacan, se había enamorado de Judith, la hija de Sebag. Me dice que acababa de hacer la “ronda de Paris” para explicar la situación a todos los que pudo encontrar a fin de terminar de cortar de raíz todas las “acusaciones de asesinato, mala praxis o negligencia de su parte”. 

Totalmente enloquecido me explica que no podía mantener a Sebag bajo análisis después que se enamorara de su hija, que “por razones técnicas era imposible”. Me cuenta que no obstante no había dejado de ver a Sebag durante todo este tiempo…y que le aseguró (a Sebag) que respondería a su llamada a no importaba que hora, “porque tenía un Mercedes súper rápido”. No obstante Sebag se disparó una bala en la cabeza a media noche y después consiguió rematarse con una segunda hacia las tres de la madrugada. 

Confieso que no supe que decirle. No obstante quería preguntar si no hubiera, él, Lacan, podido “intervenir” para poner a Sebag a salvo, haciéndole hospitalizar. En cualquier caso ni una palabra sobre la protección de una hospitalización. Me habría respondido quizá que no estaba en la “regla analítica”. Cuando se fue seguía temblando constantemente. Me dejó a primera hora de la mañana para seguir su ronda de explicaciones. A menudo me pregunté que hubiera hecho Lacan en mi propio “caso” si hubiera sido yo uno de sus pacientes y él, Lacan me hubiera dejado sin protección (yo quería matarme constantemente) para no infringir la menor “regla analítica”. 

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