Es una fase en el desarrollo del bebé que, según Lacan, se da entre el medio año y el año y medio, que debe su nombre al escenario que plantea: el bebé se mira en un espejo, se reconoce, se alegra.
Esta experiencia permitiría al bebé tomar conciencia, por primera vez, de su Yo. Es uno, completo, autónomo. hasta ahora, se percibía como fragmentario: veía o sentía manos, piernas, barriga… poco más: un cuerpo ortopédico.
Parece ser que esta experiencia del cuerpo fragmentado permanece latente en el Inconsciente y puede reaparecer en los sueños o en la conciencia de los psicóticos.
En ocasiones ha sido llevada al lienzo (como en El jardín de las delicias de El Bosco o por pintores surrealistas del siglo XX) y a películas.
El niño se reconoce en el espejo, se da cuenta de que es él y se identifica a la imagen reflejada. Para Lacan, esta experiencia define el carácter imaginario, ilusorio, del Yo. El Yo, la conciencia de individuo, se constituye sobre una quimera, sobre un reflejo. Y si a lo largo de nuestra vida mantenemos la convicción de que somos la misma persona a pesar de los muchos cambios físicos, vitales o psicológicos, es porque nos apoyamos en esta imagen que nos devuelve el espejo y más tarde las fotos, los vídeos y tantos otros documentos gráficos. El Yo es una ilusión que proviene del registro Imaginario.
¿Qué pasa con los bebés ciegos? Según Françoise Dolto, psicoanalista y colega de Lacan, la experiencia del espejo se da, aunque de forma particular, también en los niños ciegos. La referencia de un cuerpo unificado lo proporcionaría la mirada, la voz, la presencia, de la madre. Sus comentarios moldean la conciencia del niño para proyectar en su imaginación un cuerpo unificado.
Esta misma aproximación valdría para todas aquellas circunstancias en las que no hay espejo alguno a lo largo de los primeros años de la vida de un bebé.
La fascinación por el reflejo de uno mismo ha sido aprovechada en numerosas ocasiones, convertida en escena cómica (como la de Groucho Marx que se muestra abajo) o inquietante en películas de terror.
Décadas después de la hipótesis de Lacan, se han hecho numerosas pruebas para determinar hasta qué punto los animales comparten la capacidad del bebé humano para reconocerse ante un espejo y por tanto adquirir algún tipo de autoconciencia.
La llamada prueba del espejo ha sido superada por algunos primates y se debate la fiabilidad de resultados también positivos en otras especies como elefantes, delfines, urracas o palomas.