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Si en una peli, serie, novela o cualquier otra obra de ficción, dos o más mujeres tienen un diálogo de cierta trascendencia, hablan de hombres. Del marido de una, del novio de la otra. O de un posible amante.
En este caso, suspenderían el test de Bechdel, ideado como método informal para registrar la brecha de género.
Los hombres hablan entre sí de sus cosas, de sus aventuras, del dinero, de los juegos, del ocio. Las mujeres hablan entre sí del amor.
Suena a tópico decimonónico, seguramente porque el discurso oficial nos ha hecho creer que ya no somos machistas ni racistas.
Haga usted la prueba; fíjense en las escenas de cualquiera de las series o películas de ahora mismo, a ver cuál es el resultado.
Alison Bechdel, una historietista norteamericana, se inventó este test en el comic The Rule publicado en 1985, inspirándose en su amiga Liz Wallace e incluso en el ensayo Una habitación propia (1929) de Virginia Woolf

Las numerosas webs que han sometido películas y series de todo tipo, incluidas las más recientes, coinciden en que la mayoría no lo aprueba. Por contra, lo pasan más de un 80% cuando se trata de protagonistas masculinos.
Otros estudios muestran una evolución histórica en la que se va reduciendo la brecha de género detectada por el test:

No es el único test que intenta medir diferentes tipos de discriminación o dependencia, basados en el de Bechdel: test DuVernay, test de Mako Mori, test Vito Russo, test Riz, test de Joseph.
Crédito de la imagen: Hipertextual

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