Lacan se apoyó en teorías de distintas disciplinas al margen de su formación profesional como psiquiatra inicialmente y después psicoanalista.
Recurrió a la filosofía, la lógica, la topología, la antropología o la lingüística para desarrollar de forma personal las teorías de Freud, de quien siempre se declaró seguidor.
Lacan incorporó los conceptos básicos de la lingüística que había fundado unos años antes el suizo Ferdinand de Saussure. Resulta de lo más coherente que se interesase por estudiar los fundamentos del lenguaje ya que el psicoanálisis de Freud está en la palabra. El psicoanálisis usa como único recurso terapéutico el lenguaje.
EL SIGNO
Según Saussure, el lenguaje es un sistema de signos. Los signos están compuestos de significante y significado. El significante es la parte física (los sonidos cuando hablamos, las letras cuando escribimos) y el significado es la realidad a la que se refiere. Ambos, significante y significado, forman una unidad indivisible aunque arbitraria: no hay ninguna razón para que un idioma llame «mesa» a lo que otro denomina «table».
También ambos (sgte y sgdo) son representaciones mentales, abstracciones. Cuando decimos «mesa» pronunciamos una «m» que a lo mejor es distinta en algún matiz de como la pronuncia otra persona. No todos pronunciamos exactamente igual los mismos sonidos, pero todos los hablantes compartimos una representación mental de una «m» ideal que nos impedirá confundirla con el sonido «b». Por esto Saussure distingue entre sonido (individual, particular, concreto, físico) de fonema (ideal, abstracto, colectivo) El fonema es el sonido ideal que todos tenemos en mente. Cuando decimos «mesa» empleamos cuatro sonidos que son manifestación de cuatro fonemas. Los fonemas no existen como realidad tangible sino como elementos de un sistema cada uno dotado de unas características que les permite distinguirse, oponerse, a los demás fonemas. Un fonema existe gracias a que se diferencia de los restantes. Un fonema es lo que no son los otros fonemas que forman parte del mismo sistema. Así, la «m» es un fonema nasal, bilabial y oclusivo, mientras que la «b» es también bilabial y oclusivo pero no nasal.
Los significados funcionan de forma parecido. El significado de la palabra «mesa» es abstracto, general y abarca todos los tipos de mesa imaginables, y al usar la palabra actualizamos, concretamos, este significado.
Sgte y sgdo son por tanto representaciones mentales que forman parte de un sistema de elementos que se relacionan entre sí por oposición. Y al hablar los usamos de forma particular e individual, sin preocuparnos de la estructura abstracta donde están encajados.
EL SIGNIFICANTE
Tradicionalmente, se da más importancia al significado. Como si los significados realmente existiesen, tuviesen consistencia, y los significantes se limitasen a materializarlos, hacerlos visibles. Como si los significados formasen parte de la realidad y fuesen los mismos en todos los idiomas.
Pero la antropología que esto no es así. Los inuit tienen 30 o 40 palabras distintas para referirse a lo que para nosotros solo tiene una, «nieve». La lengua de la tribu piraha del Amazonas carece de palabras para expresar las cantidades o el tiempo. Y en castellano distinguimos entre «ser» y «estar» cuando en inglés solo existe «to be».
Para Lacan, el significante tiene prioridad. Accedemos a las cosas mediante el lenguaje pero el primer contacto se da con el significante. El bebé oye. Al bebé le hablan. Y desde el sonido de las palabras accede a los significados.
Sgdo y sgte están ligados de forma arbitraria pero necesaria. Esta relación está establecida socialmente y la respetamos siempre. No podríamos entendernos si uno dijese «gato» a lo que otro llama «calamar» y un tercero «cohete». Este es el nivel consciente del lenguaje: el social, el consensuado, el aprendido. Pero hay un nivel inconsciente: cuando se nos escapa una palabra que no queríamos decir, por ejemplo.
El psicoanálisis lacaniano presta atención a los significantes. No tanto a la historia (por traumática que sea) sino a cómo la cuenta el paciente. Qué palabras, qué giros, qué frases. El analista lacaniano se fija en los significantes privilegiados, aquellos que reaparecen, que se repiten o que están subrayados de forma especial sin que el paciente lo perciba. A los significantes que proceden del discurso de los padres, de la pareja, del entorno.
La tarea consiste en descubrir la forma particular en que el paciente maneja unos significantes y cómo se estructuran.
Al fin y al cabo, el sujeto no es sino esto: un significante. Representa algo para alguien.