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La encontró en 1799 un oficial del ejército de Napoleón, casi enterrada en la arena, durante la invasión francesa de Egipto que acabó en fracaso. Rosetta es el nombre occidentalizado de el-Rashid, el lugar donde fue encontrada la piedra, en el delta del Nilo y muy cerca de Alejandría.
Tras ser descubierta, fue trasladada por los mismos franceses al Institut d’Égypte en El Cairo pero por poco tiempo. Cuando finalmente los ingleses ganaron la guerra por el dominio de la zona en 1801, la piedra fue llevada a Londres.
Hoy se exhibe en el Museo Británico, quién sabe si por poco tiempo a la vista de la tendencia a repatriar el patrimonio histórico, como se manifiesta en el recién inaugurado Gran Museo Egipcio.
Mide poco más de un metro y pesa casi 800 kilos. Se trata de un fragmento de una estela (un tipo de monumento conmemorativo) en el que está inscrito un mismo decreto en tres lenguas: jeroglífico, demótico y griego antiguo.
Puede verse modelada en 3D navegable aquí, una buena oportunidad para contemplar, haciendo zoom, los tres lenguajes: jeroglífico, demótico y griego, de arriba abajo (Algunos navegadores pueden presentar problemas de visualización, resueltos en esta página)
Hasta ser descubierta, el lenguaje jeroglífico de los antiguos egipcios era del todo incomprensible para la comunidad académica. Gracias a un trabajo comparativo entre los tres textos, Thomas Young y después Jean-François Champollion, además de otros investigadores, descifraron gran parte del lenguaje jeroglífico. Un hito con el que se inicia la egiptología.
A veces, el Inconsciente se propone como un lenguaje. Un saber no sabido por el Consciente, codificado de manera que resulta inaccesible si no es mediante el análisis.
El análisis sería pues el trabajo de desciframiento o descodificación del texto Inconsciente. Y así como el contenido que recogían los jeroglíficos fue durante siglos pura estética, significantes sin significado, el Inconsciente produce significantes aparentemente absurdos (sueños, lapsus, síntomas…) en un código cifrado que nos resulta desconocido.
También es comparable la manera en que trabajaron los descifradores de la piedra Rosetta con el que usa el psicoanálisis. Los jeroglíficos se revelaron mediante el estudio de correspondencias, de forma parecida a como Freud encuentra que los sueños se organizan de acuerdo a los mecanismos de condensación y desplazamiento (equivalentes a la metáfora y la metonimia) o que, para Lacan, el Inconsciente está estructurado como un lenguaje.
Otra analogía, en este caso poco relevante aunque polémica: Champollion no fue el único que descubrió o estableció el código jeroglífico, como tampoco Freud fue el único que determinó la existencia, estructura y funcionamiento del Inconsciente.
Por cierto: Freud, para quien Moisés era egipcio, coleccionó más de 600 estatuillas egipcias. Una fijación que el Museo Freud mostró en 2919 en la exposición Between Oedipus and the Sphinx: Freud and Egypt (visita online)

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