Título: Mahler (en España: Una sombra en el pasado)
1974
1h 55′
Protagonistas: Robert Powell, Georgina Halle
Guion y dirección: Ken Russell
El Mahler más vivo y complejo de los que pueblan el cine. Lejos de empalagosas Vienas y salones burgueses de atrezzo.
Toda la película, como si fuese un guion teatral, transcurre durante una(s) hora(s) del viaje en tren que lleva a Alma y Gustav a Viena procedentes de New York vía París.
Esta es la línea sobre la que Russell nos conduce a otro viaje, el de verdad: recuerdos de infancia o juventud, miedo a la muerte, tormentosa relación con Alma y la música.
Interpretación libre y siempre creativa. Iconoclasta. Irrespetuosa o excéntrica, a ratos entre surrealista o psicodélica. Retrato de Mahler volcánico como el fuego en que arde finalmente la cabaña.
Nada de biografía literal ni hagiografía. Una Alma despelotada, un padre borrachín y lujuriosos, una familia muy judía, una tierna convivencia con los hermanos que acaba en tragedia. Otto Mahler, también compositor. O el amigo Hugo Wolf, encerrado en un manicomio creyéndose el mismo Emperador. O la hija de Alma y Gustav.
Hay mucho guiño, muchas citas entre líneas o notas. Por ejemplo, la cantante a la que acompaña Mahler al piano en presencia de una Alma celosa es Anna von Mildenburg, famosa soprano wagneriana de la época que Mahler protegía y que llevó desde la Ópera de Hamburgo (donde se conocieron) a la de Viena que él dirigía.
O la niñez de Gustav, perdido en la Naturaleza ahogado en su propia sensibilidad pero rescatado por un tipo que toca en su pequeño acordeón las notas de Frère Jacques que Mahler reconvertiría para lucimiento del contrabajo en su Primera Sinfonía.
Y, efectivamente, cuando Mahler le confiesa a Alma, al final de la película, que su amor a la música es su amor por ella, y le cita como ejemplo el segundo tema del primer movimiento de la Sexta Sinfonía, lo que suena al fondo es justamente el tema de Alma.
Mahler a lo largo de varios recortes alternados: el niño judío estudiante de piano en un entorno grosero, el amante celoso, el compositor exaltado y neurótico, la enfermedad que ronda la muerte (coreografía provocadora e incineración incluidas), la Naturaleza.


Y música, mucha música bien elegida.
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