239 palabras, 1 minuto de tiempo de lectura.
Descartes: «pienso, luego existo».
Lacan: pienso, luego digo que pienso. La «realidad» es lingüística, producto del lenguaje, pero se nos olvida y damos estatuto de «real» a los pensamientos y las cosas como si no fuesen constructos, producto, del habla.
La persona cree que es, dice que es. «Soy alto, eres joven, es antipático». Pero cree que es porque habla, porque dice que es. Digo que soy alto, digo que eres joven…
El habla nos da el «ser», la imagen nos da la aparente consistencia del Yo. La ilusión del ser viene dada por el habla, de ahí que la persona sea un hablanser, traducción propuesta por Alfredo Eldesztein para el término lacaniano parlêtre.
No hablamos, somos hablados por el Lenguaje: afirmación radical que subraya la idea de un lenguaje común ilocalizable sin autor ni autoridad que lo gobierne, anterior a cualquier sujeto. El Lenguaje nos habla, por mucho que nuestra experiencia personal nos asegura que hablamos con nuestro vocabulario y nuestra propia voz.
Desde un punto de vista casi clínico, la elaboración de Miller establece un vínculo entre parlêtre, lalangue, cuerpo y goce. En este sentido, el parlêtre sería una versión «ultimísima» (socorro) del Inconsciente de Freud y del Sujeto del «primer» o «segundo» Lacan (socorro de nuevo), dividido por efecto del significante.
El parlêtre sería, pues, el hablante hablado, atravesado por el goce que introdujo lalangue materna (sonido, juego, lalaleo, volumen, pausas…) en el cuerpo del analizante.
De regreso al biologicismo de Freud.

Deja una respuesta