224 palabras, 1 minuto de tiempo de lectura.
Paul Roazen equipara las historias de Viktor Tausk y Herbert Silberer, subrayando el efecto negativo que tuvo Freud en ambos casos, que acabaron en suicidio a los 40 años.
Desconfiado y autoritario en la gestión de su iglesia, Freud intuyó la genialidad de Tausk y la originalidad de Silberer pero se preocupó de mantenerlos en la distancia.
A Freud le gustaba la uniformidad que garantizaba la ortodoxia y solo se aventuraba en experimentos cuando el fin justificaba los medios: así pasó con Jung, suizo y cristiano además de toda una autoridad internacional en psiquiatría, a quien se acercó para ampliar el perfil de su grupo, vienés y judío.
Silberer (1882-1923) era vienés y se convirtió en discípulo de Freud pero era deportista (nadador, ciclista, aviador), periodista y católico, como su familia: nada que ver con el perfil de la Sociedad de los Miércoles.

Pero Silberer se interesó por el psicoanálisis, aunque desde una perspectiva mística comparable a la que desarrollaría Jung. En 1914 publicó Probleme der Mystik und ihrer Symbolik, que generó el rechazo de Freud.
Freud, científico positivista, no aprobaba ningún tipo de simbiosis entre psicoanálisis y esoterismo cristiano.



Silberer, entusiasta y prolífico, se centró en el estudio del estado hipnagógico que se da entre el sueño y la vigilia, una forma inocua y puntual de alucinación.
Deja una respuesta