Psicosis: Hitchcock en el diván de Freud y Lacan

PSICOSIS

Negación de la realidad. El Yo, avasallado neuróticamente por el Ello, rompe finalmente su vínculo con la realidad. Vive en una realidad paralela.
La película nos muestra un motel apartado de la ruta habitual por mor de un desvío. Sin clientes. Un lugar separado. También la mansión, decorada con un estilo anacrónico y desfasado, sin actualizar, como si estuviera fuera del tiempo.
Norman vive en su mundo. No tiene amigos, ni familia, ni pareja. Su único vínculo socioafectivo es una madre inexistente que él mantiene viva en su imaginación delirante. Ha borrado de su conciencia el recuerdo del asesinato de su madre y su pareja.

Forclusión de la metáfora del Nombre del Padre según Lacan. No ha habido instancia paterna que sustituya al deseo de la madre e instaure la Ley. Norman Bates había quedado sin padre. Así lo explica el psiquiatra en su intervención al final de la película:

«Para entenderlo como lo entendí yo, escuchando a la madre… es decir, desde la parte de la mente de Norman que es su madre… hay que remontarse 10 años atrás. Al momento en que Norman mató a su madre y a su amante. Ya entonces, estaba peligrosamente trastornado. Lo había estado desde que murió su padre. Su madre era una mujer aferrada y exigente. Y durante años, los dos vivieron como si no existiera nadie más.»

Esquizofrenia. Tipo o manifestación de psicosis, junto al trastorno bipolar o la paranoia. Consiste en la división de la personalidad en varias, cada una de ellas con su propias características individuales. Norman interioriza y mantiene activas tres personalidades: la madre (castradora, exigente, sádica), el niño Norman (obediente, apocado), el adulto Norman (autónomo en la gestión del motel, fetichista y perverso, distanciado de una madre a la que regaña)


EDIPO

Relación edípica: el sujeto está «enamorado» de la madre con quien mantiene y prolonga un vínculo libidinoso de exclusividad. En la explicación final del psiquiatra citada más arriba:

«Y durante años, los dos vivieron como si no existiera nadie más».

El niño rechaza que la madre tenga otro objeto de deseo que no sea él. Tanto es así, que Norman mata al hombre que aparece en la vida de su madre, a la que también mata como venganza por haberle «traicionado»:

«Y entonces, conoció a un hombre. Norman tuvo la impresión de que ella lo dejó de lado por este hombre. Eso le hizo enloquecer y mató a los dos.»

Madre fálica: aquella que mantiene la unidad simbiótica con el bebé más allá del parto y de la infancia. Mamás omnipresentes que retienen emocionalmente (y en ocasiones económicamente) al hijo como forma inconsciente de realización. Según Lacan, falo ya no tiene el significado que le dio Freud, equivalente al pene, sino que es el significante del deseo, de aquello que le falta al sujeto. En este caso, la mamá se completa con el niño como si fuese su «media naranja»: el niño es el sentido de su vida, y desde su poder invade el desarrollo psicológico del hijo impidiéndole crecer.
Norman no puede despegarse de su madre (que se llama Norma, imposible no leer la simbiosis) ni siquiera cuando la asesina. La ha interiorizado porque, durante la infancia de Norma, ella lo poseyó en régimen de exclusividad. Cuenta la novela en que está basado el guion de la película que ella tenía una religiosidad exacerbada que contagió al hijo, para quien las mujeres eran tentación y pecado. En realidad, candidatas a novias: competidoras de una madre que no toleraba compartir su poder y su presencia.
Desde esta perspectiva, el Edipo no solo consiste en que el bebé se enamora de la madre que le nutre sino que (también) es la madre quien se enamora de su bebé e impide la aparición de la función paterna que tiene que romper esta unidad alucinada.
Ejemplos (hay tantos): en el cine, la madre de Leonard en la película Despertares; en la realidad, el caso espeluznante de Aurora Rodríguez, que crio a su hija Hildegart como un producto radical de laboratorio libertario hasta que la mató cuando quiso independizarse.


NEUROSIS OBSESIVA

Marion se nos muestra como una neurótica en lucha con el mundo, atravesada por la duda y por el conflicto entre el deseo y el deber, entre el Yo y el Ello. Es una trabajadora ejemplar pero roba dinero de la empresa. Quiere una relación estable y honesta pero se acuesta con un hombre casado. No sabe si continuar con la aventura o retornar para remediar su delito.
El sobre con el dinero funciona como MacGuffin argumental pero es también la concreción gráfica del carácter obsesivo de Marion: nunca la abandona. En su casa, en el coche, en el lavabo, en la habitación del motel.


PERVERSIÓN

Lacan diferencia cuatro posiciones perversas: sadismo, masoquismo, exhibicionismo y voyeurismo.
Norman es un voyeur, en mayor grado que Jeff, el fotógrafo protagonista de La ventana indiscreta. Tiene una mayor carga libidinosa y abusiva.
Espía a través del agujero practicado en la pared que separa su despacho de la habitación donde aloja a Marion. Su ejercicio de poder (en esto consiste la perversión) es intencionado: someter al Otro.
Hitchcock añade a Norman otros rasgos perversos, por ejemplo la necrofilia: la madre, disecada como los pájaros que tiene Norman en su despacho.


SEGUNDA TÓPICA

Podemos ver la mansión (inspirada en el cuadro House by the Railroad de Edward Hopper) como la representación espacial de las tres instancias definidas por Freud en su segunda tópica:
· el sótano: el Ello, lo oculto y reprimido (allá esconde Norman a su madre cuando esta se descontrola), escenario mortífero donde se desencadena la violencia
· el primer piso: el Yo, donde vive Norman; en la novela es el escenario en que él comparte conversación y cena con Marion, un indicio de socialización.
· el segundo piso: el SuperYo, donde vive la madre autoritaria y déspota.


RETORNO DE LO REPRIMIDO

Segunda fase de la represión: Norman mató a su madre pero reprime en su conciencia tanto la representación (el hecho) como el afecto (el horror, la culpa)
Tercera fase de la represión: lo reprimido retorna, en este caso desde lo Real (lo sin nombre, lo imposible de simbolizar según Lacan) en forma de alucinación.

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